¡Oh
mentirosa, Mentirosa! ¡Deja ya de fingirte triste, mentirosa! ¿Dices que lo
extrañas y lo amas? ¿A él, o a sus mentiras piadosas y halagos por las mañanas?
Las
flores te dan el néctar que humecta tu vanidad, se escurre por tus oídos y no
te deja respirar; dulce droga que te hace perder el control, pues sabes que es
magia pura, y la anhelas con fervor. A cambio la mentira, que sabes manejar muy
bien, la cual crece en tu pecho, como flor en un edén; la cuidas y consientes,
como si fuera un tesoro, pues ellos no distinguen entre eso y lo que creen
pensar que es oro.
Quién
comprenda el vicio de la vanidad, estará de acuerdo contigo, se debe de
sacrificar almas, para alcanzar la prosperidad. ¡Oh dulce néctar! ¡Suave sabor
de ambrosía! Alimento de los dioses y motivo mismo de la irá.
Te
escudas diciendo –La mentira es verdad, la que ellos quieren escuchar, pues son
egoístas y vanidosos por igual; quieren sentirse amados y los amo de verdad,
pues me dan lo más preciado, esa droga que no me deja respirar-.
¡Oh
mentirosa, mentirosa! algún día sola quedarás, pero mientras ese día llega,
sigue amándolos, o mejor dicho, amándote cada día más y más.
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